5. Los vértices del alma
Está bien; lo confesaré todo. Fui yo. Fui yo. Fui yo, maldita sea, el que disparó a Kennedy. Yo apuñalé a Cesar. Traicioné a Viriato. Descerebré a Lincoln. Vendí al Mesías por treinta monedas de plata. Simpaticé con los insurrectos. Escribí anatemas. Fui el bufón que hizo mofa y escarnio del rey. Me declaro culpable. No negaré nada. Y de mil amores estaría dispuesto a cantar la palinodia si tuviera usted a bien sacarme su pistola de la boca.
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